domingo, 6 de enero de 2013

El rojo obligatorio, los Reyes Magos.

 

La verdad sobre los Reyes Magos la descubrí prematuramente, no me cuadraban las cuentas del cuento.

Tuve la fortuna de ejercer de Rey Mago en el 2004 en mi pueblo, nunca olvidaré las caras de los niños y niñas que ilusionad@s acudían a recoger los regalos. Fuimos los primeros que recorrimos todas las pedanías en un microbús que puso el Ayuntamiento, repartiendo ilusión. Lo recuerdo como una experiencia bonita.

A pesar de todo, esta tradición no me gusta, ni por su origen dogmático, ni por su fin consumista; pero sí defiendo fomentar la ilusión y la creatividad en los canijos, TODOS LOS DÍAS. No renunciaría por nada a la ilusión propia de ver juguetear a mi prima Inés, de 4 años, con Wert, el perro de la casa, o de enseñarle a dibujar con unas viejas pinturas que guardaba en un cajón.

La vida se compone de pequeños momentos inolvidables, y esos nada tienen que ver con lo que nos digan las hojas caducas de la pared. Sí, lo siento, odio los rojos obligatorios del calendario.


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