martes, 14 de febrero de 2012

El valor de un matiz

 


Hoy, 14 de febrero, mucha gente celebra San El Corte Inglés, esa maravillosa fecha para colaborar con las malos datos de los centros comerciales en estos días del calendario. Nada es casual.

Muy tópico es decir que el amor se demuestra caonstantemente y no sólo cuando el día aparece en rojo, y no por tópico deja de ser cierto.

Si la vida es complicada sin necesidad de aditivos, los humanos nos empeñamos en añadir constantemente nuevos ingredientes a la olla. Difíciles ingredientes son los de las relaciones humanas, casi imposibles los sentimentales; es una enrevesada casualidad encontrar a una persona que busque en la vida algo parecido a lo que tú buscas, más difícil que las inclemencias vitales os hagan transcurrir por terrenos parecidos, sean estos geográficos o de pensamiento. Si aún consiguiendo todo esto crees que lo tienes todo, nada más lejos, después están los matices.

Un matiz según la RAE es: "En lo inmaterial, grado o variedad que no altera la sustancia o esencia de algo." No altera la sustancia, pero hay que cuidar que no altere todo lo demás. Sin ese cuidado, puedes estropear todo lo anteriormente avanzado.

Podríamos resumir lo que quiero decir en que quizás la locura pasional que a veces nos ciega, no es si no el paso previo a un abismo a la vuelta de la esquina. A veces es mejor correr menos, atontarnos menos y saber esquivar lo que en el camino pueda aparecer.

Los matices no debieran suponer una diferencia profunda, pero cada uno es, en sí mismo, un propio universo tan respetable, tan incomprensible y tan equilibrado como el nuestro propio.

A los que disfrutéis del amor, gozarlo,  y a los que no, tenemos que recordar que, como nos dice Quique González, la vida nos lleva por caminos raros.

Ojalá pudiera explicaros lo que esconden estas lineas. 



Hay canciones que conectan con algo dentro de nosotros y que aunque no sepamos exactamente el porqué, son muy especiales por mucho tiempo que pase y muchas veces que las escuches. Eso me ocurre a mí con Arriésgate de Skizoo:





miércoles, 8 de febrero de 2012

La chica y el piano

La pasada noche de viernes, mis huesos se ubicaban en un local de Sevilla que albergaba encanto en todos sus recovecos, se llamaba algo así como la Carbonería. En él, nos hallábamos personas del más diverso pelaje, desde guiris, turistas, bohemios, gitanos cantando con todo su arte, hasta algún que otro señorito andaluz de esos que nunca se separan de la barra y que rivalizan por ver quien tiene las patillas más grandes.

La mayoría nos sentábamos sobre largas bancadas que acompañaban a mesas también de gran longitud, todo de madera. Sin embargo, el centro de las miradas de casi todos era el mismo, en el fondo, bajo una enorme pieza tallada a modo de chimenea, se situaba el piano que estaba siendo tocado por un chico al que no vimos la cara hasta el final de la actuación, mientras que al lado izquierdo del mismo y apoyada sobre él, una preciosa chica rubia, más o menos de mi edad, entonaba con una voz portentosa algunas de esas clásicas canciones, ésas que son misiles de precisión al corazón. En mayor o menor medida todos los presentes estábamos envueltos en aquel torrente de voz que nos abrazaba. Difrutábamos de buena compañía, de risas y de calor, del calor de los buenos momentos.

Hubo un instante en el que debo reconocer que mi mente debió abandonar mi cuerpo y mis ojos quedaron obnubilados en aquella bella mujer que nos encandilaba. De repente sus ojos repararon en mi impertinente y detenida observación. Aparentemente contenta con mi descaro, me aguantó la mirada, sentí como si en ese momento me cantase directamente a mí. No sabría deciros si fue durante una décima de segundo o fueron horas, pero durante ese tiempo nada de lo demás parecía importar. Aquella mirada me recordaba a alguien, esos ojos parecían clonados de otra persona, otra persona que no estaba allí por más que hubiese deseado que así fuese.

Tras un largo repertorio, al terminar, sentí el impulso de hablar con ella, pero no podría, ni sabría explicarle el haber podido ver en sus brillantes ojos, el brillo de los de otra persona. Así que me conformé con corresponderle a la sonrisa que me regaló.

Seguramente ella ya ni lo recuerde, pero a mí me costará olvidar esos ojos, que temblaban mientras su potente voz nos embriagaba.

Seguramente nunca leerá esto, pero necesitaba expresarlo al menos aquí.




martes, 7 de febrero de 2012

Rompiendo el hielo

He abandonado el blog durante el último mes, por volcarme en otros sueños y por tratar de olvidar alguna que otra pesadilla, dicho sea de paso. Sea como fuere, aquí estoy de nuevo. Tengo mil cosas que me apetece contar, pero como en toda re-toma de contacto será previa ruptura del hielo.

Han habido cambios en mi vida con los que paso de aburriros, simplemente esperemos que sean para bien. En cualquier caso, seguiremos peleando, cualquier cambio más o menos brusco, es una buena excusa para reinventarse, y por romper el hielo de este "ronco" invierno, os diré que en eso ando...


Paso con calma sin molestar,
Espejo y alma, lluvia y cristal
Noche de lágrimas blancas sobre la ciudad.

Estrofa amarga saber que no estás
Tristeza y rabia en el mismo collar
Dolor de luna quebrada que abraza un sueño irracional

Y olvidé sonreír,
como hacías por mi
Sé que fuiste feliz,
si me ves di que si
Que siempre serás un ángel
Mi ángel
Que vigila y me protege en cualquier rincón.
No te apartes, ni un instante
De mi corazón.

La vida una lanza destino un puñal
Cruel venganza si algo hice mal
Mi voz cansada se arrastra
Y sé que no te va a olvidar

No hubo tiempo a decir
Lo que siento por ti
Sé cambió de carril
La razón y ahora di
Que siempre serás un ángel
Mi ángel
Que vigila y me protege en cualquier rincón.
No te apartes, ni un instante
De mi corazón
de mi corazón…

Y olvidé sonreír,
como hacías por mi
Sé que fuiste feliz,
si me ves di que sí.
No hubo tiempo a decir
Lo que siento por ti
Sé cambió de carril
La razón y ahora di
Que siempre serás un ángel
Mi ángel
Que vigila y me protege en cualquier rincón.
No te apartes, ni un instante
De mi corazón
de mi corazón…