jueves, 11 de junio de 2020

Al Siempre Incesante Estímulo Rebelde (366)


Extrañamente escribo esto (a pequeños pedazos entre hoteles, aeropuertos, bosques, trenes y pandemias mundiales) para publicarlo en un lugar donde hace años que no escribo, donde quizás nadie lo lea y para alguien que no ha nacido (al menos cuando empecé a escribirlo).

La última vez que escribí en este viejo (la vejez es hoy casi inmediata en la tecnología) blog, fueron unas líneas por una joven recién llegada a mi vida, tú madre. Dentro de ella, estás gestándote en este momento. No recuerdo muy bien cómo hacia esto antes, así pues, disculpa los errores.

Estoy en el aeropuerto de Shenzhen, mi aeropuerto favorito, refleja la modernidad y la inmensidad de una ciudad que no puede mirar al pasado. Esta ciudad y el resto de China estrarán en tu imaginario, como lo estuvieron otras del otro lado del mundo en la infancia y juventud de mi generación. Muchas cosas están cambiando en este momento en el mundo. Si consigues entender, respetar y asimilar esta cultura tan lejana y diferente, con sus profundas contradicciones, tu vida será más próspera. Ven en cuanto puedas, ojalá pueda también venir yo contigo.

No has nacido y ya nos imagino haciendo mil cosas juntos. Todo sea que, en ese frecuente juego magnético de padres-hijos, a tí no te apetezca hacerlas.

[Naces]

Verte nacer ha sido un momento imborrable en la memoria. Cogerte por primera vez, como el que coge el diamante más valioso y frágil. He roto a llorar porque no hay palabras que definan la alegría tan infinita que he sentido al conocerte. Tu mirada se ha cruzado con la mía, dicen que aún no ves con claridad, pero tu luz en ese momento no podré olvidarla jamás en la vida.

Has tenido suerte: eres varón, blanco, tienes la nacionalidad de un país rico que te garantiza ciertos derechos y te abre muchas fronteras, además tienes una familia que te quiere y que en este momento no tiene ningún problema digno de mención. Sin duda estás (estamos) entre el 5% de personas más privilegiadas del mundo. No te olvides nunca del privilegio que supone cada uno de los anteriores factores y que, cada uno de tus privilegios deberían poder ser un derecho para quienes no los disfrutan. (A mí me llevó años entenderlo en su totalidad).

Tampoco seas ingenuo, en toda tarea vas a encontrar a personas maravillosas y a gente despreciable. Debes ser paciente desarrollando el olfato para diferenciar unas de otras, cuando lo tengas, úsalo. 

No vas a poder cambiar el mundo solo. Si te apetece intentarlo, busca primero a quienes estén dispuestos a, sin nada que ganar a cambio, cubrirte las espaldas cuando llueva plomo. No dejes que te instrumentalicen, menos un político. La práctica totalidad, sólo busca rebaño, como los curas, como los reyes.

Casi todo el mundo tiene algo que enseñar al resto. Si la magia que en ti destaque no fuese visible para muchos, sólo te restará popularidad pero nunca encanto. Si esto ocurriese, ganas otro elemento no suficientemente valorado, el Tiempo. Úsalo sabiamente porque acelera su ritmo cuando cumples 27 años y ya nunca deja de hacerlo.

Algunas personas tienen demasiado miedo a morir para lo poco que en ello arriesgan. Frecuentemente te vas a encontrar una respuesta vehemente y desmoralizadora de alguien a quien directa o indirectamente estás ayudando pero, o no lo ve, o le han formado para no verlo, o sencillamente le da miedo la mejora que tú buscas (por el cambio que le supone). El círculo de comfort a veces no puede salir de los barrotes de una jaula.

Te van a partir el corazón una primera vez, será la que más duela, el resto serán meros rasguños. Como le dije a alguien hace tiempo, el amor es contrarrevolucionario, yo mismo lo viví tiempo después, cuando conocí a tu maravillosa madre. Las palabras tornan como un Boomerang.

La familia es grande (tienes los cuatro abuelos y hasta dos bisabuelos), variada y sus miembros son complementarios entre sí. La familia es lo primero, lo segundo y lo tercero. Pasarás por muchas fases al respecto, como todos, pero no lo olvides.

El mundo se encuentra estos días congelado por una pandemia (COVID-19), el miedo ha atemorizado hasta al más valiente. No hay coches en la calle, esa calle a la que tú apuntas porque la quieres pisar. Encerrarnos nos ha servido para poder disfrutar más del tiempo juntos, a pesar del trabajo, para aprender más los unos de los otros. También hemos podido diferenciar entre gente que suma y gente que resta cuando las cosas se ponen difíciles.

Echando la vista atrás sobre estas líneas, compruebo que he proyectado uno de mis mayores miedos, no tener la oportunidad de hablar contigo de todo esto en el futuro. Si así fuese, aquí te quedan un puñado de consejos y reflexiones de tu viejo.

Te quiero.

Publico esto el día en que completas tu primera vuelta al Sol. Habrá muchas más y tú familia quiere vivir muchas de ellas contigo.

Escrito a retales en Shenzhen, París, Casar de Palomero, Suzhou, Shanghái y Plasencia entre abril de 2019 y junio de 2020.