miércoles, 1 de diciembre de 2010

¿Dónde estarás esta noche? (Final del paseo)


Aquí os traigo la tercera parte de la historia, enlazo las dos anteriores por si alguien se pierde:

Parte 1-Paseando por esta memoria mía

Parte 2-Continuando el paseo


Cómo ya os conté, decidimos caminar sin rumbo, mientras charlábamos por las calles de aquella ciudad que tanto había cambiado desde nuestro último paseo; es sorprendente el crecimiento y transformación que ha experimentado Plasencia en estos años.

Nuestras conversaciones trataron sobre temas de todo tipo, ella recordaba con una sonrisa cómo yo pasaba todo el tiempo hablando de mi pueblo, Casar de Palomero, me dijo que lo había conocido en un mercado medieval hace unos años y que había sido como una visita guiada por los recuerdos de aquellas cuñas publicitarias de mi Villa que yo metía en cualquier momento viniese o no a cuento.

Cómo no podía ser de otro modo, nuestra charla nos condujo a rememorar el pasado, a hablar de aquellos tiempos en los que compartíamos cada segundo que teníamos libre. Inmersos estábamos en el recuerdo de tantos detalles cuándo, de repente, ella se paró, me agarró del brazo hasta casi hacerme daño, y me preguntó porqué no había respondido ninguna de sus cartas, se me paró el corazón, me contó que me había escrito muchas, pero la realidad es que a mí nunca me había llegado ninguna.

Caí en la cuenta de que yo no pude haberle dado mi dirección de Valladolid, ya que la última vez que nos habíamos visto ni siquiera sabía dónde me iba a quedar. Ella me contó que a ella se la dió Lara, una antigua compañera suya de clase que también estudiaba en Valladolid, pero ella no sabía que Lara y yo habíamos estado juntos un tiempo al principio de la carrera, justo cuando ella le pidió la dirección.

Lara era una chica muy agradable, pero no tenía un pelo de tonta, y por aquel tiempo yo le hablaba bastante de aquella persona que había dejado atrás en Plasencia, por tanto resultaría inimaginable saber qué dirección le dió para que me escribiese y que yo no las recibiese. Es difícil transmitir lo que sentí en aquel instante, la de cosas que pasaron por mi cabeza en pocos segundos.

Sea como fuere, en algún sitio existían unas cartas que ella había escrito con la sensibilidad a flor de piel, dirigidas a mí, y que, con toda seguridad, yo nunca leería. Montó en cólera al enterarse del engaño, estoy seguro de que si hubiese tenido a Lara delante en ese momento podría haberle hecho cualquier cosa y no sé si yo también.

Cómo ya os dije, su vida había sido un completo infierno, infierno del que no estaba seguro que hubiese conseguido escapar del todo y del que seguro me había hablado en alguna de las cartas que nunca recibí. Su historia era como una de esas narraciones retorcidas en las que, hagas lo que hagas, los fantasmas del pasado te siguen donde quiera que vayas y aunque todo apunte a que algo va a salir bien, al final un soplo de viento llega y tira tu castillo de naipes.

Dejándonos llevar acabamos, ya con todas las farolas encendidas desde hace un buen rato, en aquel parque, justo delante del que había sido nuestro banco a los pies del acueducto, en el que todas las tardes nos sentábamos, nos acariciábamos y desvariábamos. Por él habían pasado alguna mano de pintura y alguna que otra inscripción de esas que contienen dos nombres dentro de un corazón, como la que aún permanecía con su nombre y el mío en la esquina superior izquierda, dónde lo habíamos dibujado años atrás.

Al ver aquel vestigio del pasado, ambos callamos, nos miramos y estuvimos muy cerca de besarnos, y si no lo hicimos no fue por falta de ganas, si no porque ambos, de algún modo, habíamos labrado nuestras vidas lejos de aquel recuerdo común, si os digo la verdad desconozco si ella tenía pareja, juraría que no por la forma en que me miraba cuando recordaba toda nuestra historia, pero en ningún momento fuimos capaces de hablar de nuestro presente sentimental.

El momento de la despedida fue cómo rememorar nuestro último "hasta pronto", desde el que tanto tiempo había transcurrido, ella soltaba alguna lágrima mientras me decía que le gustaría volverme a ver, yo aguanté hasta llegar al coche, el tiempo había corrido demasiado deprisa.


Cuando le cuentas esta historia a alguien, siempre te dice que es el amor de tu vida, que quizás deberías estar con ella. Pero yo no lo creo, creo que cualquier tiempo pasado, sólo fue anterior, me niego y me negaré a acatar el imperativo de los que se regocijan en el pasado por miedo a afrontar el futuro. Esta historia del pasado fue muy bonita y de ella guardo un maravilloso recuerdo, pero el presente y el futuro es y será mucho mejor, no me cabe duda.

Volviéndole a ver, creo que he terminado de cerrar un círculo que llevaba muchos años en vía muerta, ahora su número de teléfono forma parte de mi agenda, para esas noches en las que, tras tomar unas copas con amigos, llegas a casa y necesitas llamar a alguien, para esas cálidas noches de verano en las que miras a las estrellas y piensas en quién puede estar en vela a esas horas, dispuesta a compartir ese momento contigo.

Ella fue, es y será la persona con la que aprendí que un rato de buena conversación configura uno de los placeres de la vida. Con ella descubrí algún otro placer, aprendí a compartir momentos con otra persona. Con ella pasé una fase de grandes cambios, que todos tenemos en algún momento de la vida. No sé si puedo decir que simplemente nuestros caminos se bifurcaron, si todo fue pura casualidad, si nada de lo que pasó tuvo demasiado sentido. En realidad no me importa, sé que lo que viví fue algo grande para mí y así he tratado de describíroslo.

Os he contado sólo unos retazos de esta historia, porque podría hacerse eterna entrando en detalles, pero en ningún momento he desvelado el nombre de la protagonista, por respeto, así que, entre vosotros y yo, y por su gran parecido a la actriz del video, le llamaremos Margot. ¿Dónde estará esta noche?

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