lunes, 3 de septiembre de 2012

Con solamente una llamada

 

Sonó el teléfono. Mentiría si dijese que no me tembló el pulso al coger el móvil y ver su nombre en la pantalla iluminada, era ella, tanto tiempo después, ella era. Poco importaba que hubiese pasado por horas el día de mi cumpleaños, ese día que tan poco me gusta, en ese instante olvidé todo.

Las últimas veces que habíamos hablado estábamos lejos de los tiempos de vino y rosas, distanciados, fríos, midiéndonos, pero esta vez no. Todo parecía volver a ser como en aquellos días lejanos, cuando una sonrisa brotaba de sus labios con una simple flor de papel y mis ojos brillaban tanto como me costaría volver a recordar.

Las palabras fluían, queríamos resumirnos los últimos años a trompicones, desordenados, como un cálido y efusivo abrazo a muchos kilómetros de distancia. Quizás no todo lo que escuchábamos el uno del otro nos gustaba demasiado; la vuelta al tabaco, la hipoteca, l@s respectiv@s acompañantes de viaje,... todo aquello de las llamas, las brasas y los rescoldos, ya se sabe.

Hay detalles y sensaciones que difícilmente se pueden llegar a transmitir y definir con exactitud mediante palabras, pero creo que acierto si digo que fueron, sin lugar a dudas, 32 minutos y 50 segundos de felicidad.

"Hoy puedo mirar atrás
sin que las lágrimas nublen mi vista.
Vivo exiliado en un bar
donde el amor respira por sus heridas.
Mi copa sabe esta noche
a beso de despedida."


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