miércoles, 21 de agosto de 2013

La pasión, el sabor, los besos

Era de noche y a una distancia a caballo entre la que separa a dos amantes y a las dos estrellas más lejanas del universo, debatíamos sobre el sabor de los besos.

Fiel a mi teoría de que los besos con humo saben a cenicero, ella replicaba sobre la preponderancia de la pasión sobre el simple sabor de un beso, pero no, se equivocaba, un beso que no sabe bien, es un beso maltratado.

No podía yo decir que hay besos que con pasión sepan amargos, llevan dentro de sí sabor de Victoria, sabor de Pecado.

Pudiera ser que por un instante soñase saborear unos besos, sus besos; morder lentamente unos labios, sus labios. De nuevo era un error, en este caso mío, al haberme dejado llevar por los deseos de mirada perdida, por lo difícilmente alcanzable,... acabando por sentir la necesidad irrefrenable de disparar para desatar la Primavera.

Podría mentir y decir que esa noche fui suyo y que ella fue mía, pero nunca fuimos de nadie, ella fue sol, y yo, solamente olor de tierra mojada.

Y se lo dije, no sé si me escuchó: el amor, cuando es amor, es un microcosmos indestructible, donde tú y yo podríamos sobrevivir hasta a un desastre nuclear.

Ahora, delirando con el sueño ya encargado; a mi lado, me pide que mire a esa  gran luna, a todos esos eternos astros callados, pero no, yo miro sus ojos, por si quizás un día les falto.

martes, 6 de agosto de 2013

Que se besen!

El finde pasado tras a boda de Eli e Isma, hablaba con María, una pregunta curiosa se me pasó por la cabeza. ¿Por qué los recién casados suelen resistirse tanto a sucumbir al empuje popular de un "que se besen"?

Humildemente pienso que están agotados tras tantos preparativos para ese gran día. María, sin embargo, dijo que pensaba que quizás estaban hasta las narices de tanto besarse a petición popular. Lo pensé durante un segundo y de repente, no sé si viniendo mucho a cuento, le solté: "es imposible no desear besarte con la personas con la que acabas de decir que deseas pasar el resto de tu vida".

Inmediatamente fuimos conscientes de la solemnidad de un comentario que no pretendía ser más que eso, un banal comentario. Qué hermoso debe ser decirle a una persona, que deseas saborear sus besos hasta el último de tus días y que ella te responda lo mismo. Sea o no con contrato de por medio.

No sé si en realidad he entendido la esencia de las bodas o no, pero veo un acto de valentía y de locura absoluta en el hecho de casarse, repartido a partes iguales.