Ayer aproveché el buen tiempo y me fui a dar una vuelta por el campo con la bici. Las flores de los cerezos se empiezan a deshacer pero aún se conservan muchas.
Subí el Puerto, bajé por la pista de la Viña Blanca, subí de nuevo por la carretera de Ribera Oveja hasta la Madre del Agua, y una vez allí entré por el Pedregal. Seguro que muchos de los que conozcáis el recorrido, especialmente los que estéis fuera, lo habréis visualizado mentalmente mientras lo enunciaba.
Sin desmerecer la belleza del Valle del Jerte, no comprendo porqué, en Azabal y Casar de Palomero, no se ha puesto en marcha nunca una iniciativa turística seria desde el ayuntamiento para atraer visitantes, que conozcan la belleza de nuestros cerezos en flor. Si llego a ser alcalde, me pondré manos a la obra.
Nuestro paisaje florido combina muchos árboles frutales distintos, con matices de distintos colores, distintos portes, entremezclados con monte, con robles, la fusión de los cerezos con los olivos es un lujo para los sentidos.
Os dejo fotos (pinchar sobre ellas para hacerlas grandes), especialmente dedicadas para los que por la distancia no lo hayáis podido disfrutar este año en persona.
Un fuerte abrazo
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